Concebido con la simple finalidad y específica funcionalidad de refrescar el ambiente, el abanico, fue incorporando diversos usos análogos a lo largo de la historia; como símbolo de estirpe y linaje, como accesorio ceremonial o como implemento ornamental. Pero también adquirió el peculiar propósito de actuar como intermediario en el envío de mensajes; a través de un complejo y sigiloso código establecido por las damas de sociedad, para notificar de la manera más discreta posible; sus emociones, intenciones o decisiones hacia algún caballero que las cortejara. Así quedó instaurado, como utensilio de comunicación y seducción, el clandestino lenguaje del abanico.

Popularizado en muchos países, aunque variando sus significados y usos según el lugar y la época; el lenguaje del abanico permitía la comunicación social, pero sin palabras, únicamente con los movimientos del abanico o su colocación en una posición u otra. Incluso se divulgaron manuales para su utilización y hasta se creó un auténtico alfabeto. El lenguaje del abanico llegó a ser tan conocido, que en ocasiones, las propias parejas decidían crear sus propias normas de comunicación; para prevenir que los gestos pudieran ser interpretados por otros.

Modo de uso del lenguaje del abanico

Con tanta diversidad en la implementación del lenguaje del abanico, es imposible conocer a ciencia cierta, todos los mensajes que transmitía. Aunque se ha logrado conservar el significado de las expresiones más generales y tradicionales. Algunos de los más conocidos son:

  • Al abanicarlo rápido y con contacto visual: Me gustas
  • Abanicarlo lento y sin contacto visual: Me eres indiferente
  • Abanicarlo con la mano izquierda: Nos observan
  • Abrirlo rápido: Por favor, vete
  • Abrirlo lento: Espérame
  • Cerrarlo rápido: No
  • Cerrarlo lento: Si
  • Al abrirlo y cerrarlo rápido: Eres cruel
  • Abrirlo y cerrarlo repetidas veces: Eres demasiado osado.
  • Abrirlo con la mano izquierda: Puedes hablar conmigo
  • Dejarlo caer: Te pertenezco

Apoyar el abanico cerrado sobre:

  • Los labios: Quiero que me beses
  • El corazón: Te quiero
  • La oreja: Estoy sola
  • La barbilla: Estoy de mal humor
  • El hombro derecho: Te detesto.
  • El lado derecho de la sien: Deja de estar celoso
  • El interior de la mano izquierda: No entiendo.

Con el abanico abierto:

  • Apoyarlo sobre el corazón: Te amo
  • Utilizarlo para cubrir el rostro: Sígueme cuando me vaya
  • Sujetarlo con ambas manos: Es mejor que me olvides

La importancia que tuvo el lenguaje del abanico como modo de expresión femenina, desapareció con los años. Y a su vez, el abanico retrocedió a su antiguo y original modo de uso, refrescar. Si te gustan los abanicos y en especial los artesanales, a continuación te proponemos algunos.

Puedes encontrar más información en la página «Abanicos artesanales«. Si te interesan los abanicos plegables pintados a mano puedes encontrar más modelos aquí. O tal vez prefieras los abanicos fijos tejidos con hojas de palma, en cuyo caso puedes encontrar más ejemplares aquí.

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